con el latido de la naturaleza, que es la vibración más ancestral.
“La relación profunda del todo y sus partes se plantea no solamente como una experiencia aislada en la propia pieza escultórica, sino también como a posible proyección sobre el espectador-manipulador. De alguna se puede afirmar que Masuda consigue que el espectador, en manipular la obra, se convierta en parte integrante del conjunto escultórico sonoro. Así, la relación abra-ser humano culmina en la armonía perfecta.”
“Masuda propone un auténtico proceso de introspección que puede llegar, a veces, a parecerse a un ritual primitivo. Mediante la visualización de la obra, su aprensión táctil y sonora, la persona penetra dentro de la obra y viceversa. Se establece, pues, un flujo de continuidad –pieza – persona –pieza –que se encuentra en una línea muy similar al concepto de fluir (…)”
Lourdes CirlotDescubre la obra y brigrafía de Kan Masuda
“Es un lenguaje, el de la madera, que nadie ha sabido escuchar, a lo largo de toda la historia de la música, con tanto entendimiento y devoción como los japoneses, en cuyos conjuntos orquestales, y en el acompañamiento de su siempre monódico canto, los instrumentos de percusión juegan un papel mucho más importante que en los géneros musicales europeos. Tanto el entrechocarse de trozos pulidos de madera –casos, entre otros, de las tablas llamadas han, de las peculiares castañuelas conocidas como sacubiosi o de las piezas de madera enhebradas a las que se da el nombre de sasara- como la percusión de las cajas de resonancia de origen sino-coreano dichas mu-yu o los tambores autóctonos japoneses designados por los nombres de taiko y wadaiko, producen una variadísima serie de sonidos de distinto color y rango a los que es común ese tono indefinido propio de los materiales sonoros de mayor personalidad que, debido a su aristocrática resistencia a las notaciones tradicionales, se dirían ideales para nuestra música atonal."
“Kan Masuda no imita los instrumentos musicales de su país, ni los de ningún otro, pues cada una de sus esculturas es ante todo una forma de intuida belleza original preparada para la vibración, para el choque, para la resonancia y, en no pocas ocasiones, para varias de estas funciones sonoras. Se trata de bultos hechos a la medida de un espectador-actor ideal que, al golpearlas con la mano o valiéndose de un palillo, ha de arrancar a sus superficies y a sus cajas de resonancia los más insospechados sonidos, pues lo que Kan Masuda desea es que los visitantes de su exposiciones sean quienes, virtuosos o no, hagan hablar a estos instrumentos únicos sin atenerse a otras partituras que la inspiración personal de cada instante.”
The Voice Of WordAngel Crespo